Arcontes, ficheros, correspondencia, cajas y archivos.

Arcontes, ficheros, correspondencia, cajas y archivos.

Javier Tudela

 

 

La construcción del archivo

¿Qué te han preguntado? ¿Quién te ha preguntado? ¿Dónde y en qué circunstancias te lo han preguntado? ¿Por qué a ti? Y tú ¿qué les has dicho? ¿Dónde está la información que les has dado? Cada ficha, cada carta cuenta una historia; todas juntas nos dan la excusa para la Historia. Un archivo es singular, lo archivado es plural. Nos avisa Derrida.[1]

 

Un archivo –hoy hablaríamos de un banco de datos o de una base de datos- es semejante a una colección de informaciones referidas a un mismo asunto y que han sido buscadas o construidas para disponer de elementos de comparación en relación a diferentes parámetros. La primera hipótesis que manejamos sobre el archivo y la tarea del archivero coleccionista consiste en señalar el hecho de que preguntar sobre cualquier asunto de forma sistemática y reiterada, clasificar y guardar la información obtenida no es un acto inocente que no tenga consecuencias. Porque sabemos que un archivo se construye y que su eficacia se consigue con la obstinación en la pregunta machaconamente repetida una y otra vez. Porque sabemos que los parámetros de un banco de datos, las preguntas de cada caso, de cada ficha… se determinan conforme a unos criterios y objetivos establecidos previamente,  y que las respuestas se ordenan y clasifican conforme a unos valores. Sabemos que un archivo se confía a alguien que lo guardará celosamente y que su acceso se abre o se cierra –según a quién-  para extraer datos de cara a la toma de decisiones en procesos no necesariamente compatibles con los deseos de las personas que han facilitado la información.

 

En un archivo no cabe la inocencia ni la improvisación. Necesita un lugar y un control de acceso. Memoria y abrigo; Nos avisa Derrida.[2]

 

 

Los arcontes y la historia

A los ciudadanos que ostentaban y significaban de este modo el poder político se les reconocía el derecho de hacer o de representar la ley. Habida cuenta de su autoridad públicamente así reconocida, es en su casa entonces, en ese lugar que es su casa (casa privada, casa familiar o casa oficial), donde se depositan los documentos oficiales. Los arcontes son ante todo sus guardianes. No solo aseguran la seguridad física del depósito y del soporte sino que también se les concede el derecho y la competencia hermenéuticos. Tienen el poder de interpretar los archivos. Confiados en depósito a tales arcontes, estos documentos dicen en efecto la ley: recuerdan la ley y llaman a cumplir la ley. Para estar así guardada, a la jurisdicción de este decir la ley le hacía falta a la vez un guardián y una localización. Ni siquiera en su custodia o en su tradición hermenéutica podían prescindir los archivos de soporte ni residencia.[3]

 

Los arcontes tienen acceso al lugar y al soporte del archivo; tienen las llaves y las claves y además son los intérpretes legítimos. Los arcontes tienen autoridad: unifican, identifican, clasifican y este ‘poder arcóntico’ va de la mano del ‘poder de consignación’. La consignación supone sumar a estas atribuciones la articulación, la reunión de los signos. Nos avisa Derrida.

Hoy valoramos como un tesoro las bases de datos y buscamos antídotos a la gula de las tecnologías y de los mercenarios que piden, roban, acumulan nuestra información, a su avaricia, a su ruido ensordecedor, a su poder sin cortapisas. Los metadatos, su clasificación y su orden esperan la orden de búsqueda del mejor postor. Por eso hoy valoramos la actividad política de la regulación de los archivos y hacemos leyes sobre la memoria y la historia, sobre su control e interpretación, sobre las relaciones entre lo secreto y lo no-secreto, entre lo público y lo privado, sobre los derechos de propiedad y de imagen, sobre el derecho al acceso, reproducción y publicación, borrado y rectificación, de nuestras historias.

 

Los arcontes tienen el poder de contar historias, de interpretarlas y de reunirlas; y esto ya supone un cambio de escala de actuación: la consignación posibilita el poder de contar la Historia. Ni en la construcción del archivo ni en la construcción de la Historia caben la inocencia o la improvisación. La construcción del archivo hace posible la construcción de la memoria e identidad; y la hace posible no a la manera de la Historia, sino a la manera del archivo: un archivo es un instrumento que se construye sistemáticamente, con determinación y conforme a unos criterios. Un archivo se construye conscientemente y su construcción es consciente desde la consciencia de quien pregunta; se clasifica atendiendo a unos datos que implican una jerarquía de valores –los valores de quien pregunta- y se restringe o permite su acceso de forma discrecional, supone una reserva y significa un control sobre el uso de la información que contiene –el control de quien pregunta-. La construcción de un archivo es un acto político. La construcción de la Historia no lo es menos.

 

 

Artista como agente de transformación de la realidad.

Carlos Suárez en  EL VACIADO DE LA HUELLA BELGA no oculta sus intenciones: accede al archivo de la Real Compañía Asturiana de Minas en Arnao, pone en jaque la memoria y nos conduce por los vericuetos por los que la  identidad y la Historia se construyen. Carlos Suárez excava el pasado de su paisaje industrial y nos lo trae al presente. Recorre la distancia entre Asturias y Bélgica en los viajes de ida y vuelta de la correspondencia de la empresa, en los dimes y diretes de las notificaciones comerciales, en los balances contables y en las huellas de las arquitecturas que se repiten en los dos lados del viaje. La relación entre la población de trabajadores, la dirección y la sociedad que los acoge  posibilita muchos intercambios y deja rastro incluso en el catálogo de soluciones arquitectónicas mediante el empleo del zinc. Carlos Suárez recorre la distancia entre los empresarios-colonos[4] y los trabajadores fichados en cada dato, cada fotografía y cada huella del archivo de la colección de los recursos humanos.

 

¿Qué te han preguntado? Y tú ¿qué les has dicho? ¿Y qué te han dicho?

-…que más adelante ya me dirán algo.

 

El archivo es perverso como un embudo que se estrecha y acelera en la entrada y se exhibe natural al recoger la información; se muestra tan natural como la ley de la gravedad y los datos caen por su peso. Sin embargo es un artificio tan transparente en una dirección como opaco en otra.

 

Carlos Suárez reconstruye el archivo desactivado de su capacidad de reunir respuestas; cajas vacías activadas en su capacidad de hacer nuevas preguntas. Donde el arconte localiza y guarda, Carlos Suárez descontextualiza y expone. Donde el arconte reúne, Carlos Suárez disgrega. Donde el arconte interpreta, Carlos Suárez nos sitúa ante un espejo. Donde el arconte posibilita la Historia, Carlos Suárez posibilita la pregunta por la Historia y la pregunta por la Ley: Más de 80 Kilos. Transportable por dos trabajadores.  Y nos pone al corriente de las reglas de juego del arconte.

 

El artista es consciente de su oficio, nos interpela, nos cuestiona en su pregunta. El artista es consciente de su papel de agente  que construye imágenes del mundo e interviene en la apariencia y en el funcionamiento de las cosas y de las ideas. El artista es consciente de su poder de transformación y de su tarea al detectar y señalar las fisuras de la realidad. Carlos Suárez al atrancar con su pie la puerta del arconte, facilita que en algún momento, él mismo, otra u otras personas podrán rehacer su camino, construir otros archivos, incluso cambiar la historia y la realidad.

 

 


[1] De la lectura de Mal de archivo. Una impresión freudiana. de Jacques Derrida. Ed. Trotta, Madrid, 1997. hemos tomado prestadas muchas de las claves que aparecen de forma recurrente a lo largo de nuestro texto.

[2]Op cit.

[3]Op cit. Pg 10.

[4] La participación financiera de Bélgica en la empresa minera no era en principio la mejor solución para los nativos asturianos, habida cuenta de la experiencia colonial belga en el centro de África en su interés por otra materia prima, el caucho, recogida con métodos brutales y esclavistas. Sin embargo, en el escenario que nos ocupa, la dureza de las condiciones laborales de los trabajadores se va a contrarrestar con la introducción de mejoras sociales fruto del paternalismo empresarial que generará avances y transformaciones de la sociedad asturiana.