Preterito presente

Pretérito presente

Jaime Luis Martín

A mi tío abuelo al que nunca conocí, del que nunca hablo mi familia, Delfín Martín Quintana, republicano, muerto en batalla, olvidado y desaparecido cerca de Teruel en octubre de 1938.

 

En los prolegómenos de este trabajo que respondía a una llamada de Carlos Suárez proponiéndome comisariar esta exposición se inició un fructífero debate que generó conexiones, redes, líneas, relaciones, y cuyo resultado final es este texto, este contexto. No era tarea fácil afrontar desde el arte un tema tan sensible como las fosas comunes. Temía, al igual que Carlos, los riesgos de cualquier estetización y le planteaba otro problema, la tendencia, frecuente en los últimos tiempos, de privilegiar la memoria como una mercancía que consumimos con cierta indiferencia, como un género que tenía sus propias pautas, algunas muy poco dignas.

Desde la década de los ochenta, aunque hunde sus raíces en los periodos de descolonización y los movimientos sociales de los años sesenta, la memoria se concibe como una preocupación central de la cultura, desplazándose el foco “de los futuros presentes a los pretéritos presentes”[1]. Estos desplazamientos de la experiencia, la revisión del Holocausto, con la construcción del Museo del Holocausto de Washington, inaugurado en 1993, las matanzas de Ruanda, la guerra de Kosovo, el genocidio de Bosnia, las dictaduras militares de Argentina y Chile, no pueden entenderse como una revisión de la memora global, homologable, sino como memoria nacional y local, la memoria que lleva cada uno de los familiares o amigos a la búsqueda de “mis” muertos, como las madres de la Plaza de Mayo gritando para que les devuelvan a sus hijos y sus nietos, convirtiendo el llanto en una oposición frente al olvido al que nos impele la globalización económica. Miedo al olvido, temor al recordar, terror incluso, que “se articula de manera paradigmática alrededor de las temáticas del Holocausto en Europa y en los Estados Unidos o de los “desaparecidos” en América Latina. Ambos fenómenos comparten, por cierto, la falta de sepulturas, tan importantes como fuente de la memoria humana, un hecho que acaso contribuya a explicar la fuerte presencia del Holocausto en los debates argentinos[2]. En este sentido el proyecto de Carlos Suárez participa de estas geografías de la memoria, de una dialéctica que alienta el pasado y el recuerdo, construyendo desde la individualidad una relectura histórica.

Parecía necesario anclar la instalación en los protagonistas de esta historia, en la memoria, recordar los trabajos de otros artistas sobre el mismo tema y llegar a un lugar concreto, que no fuera un discurso abstracto, sino que remitiese, en última instancia, a algo en lo que estábamos ambos de acuerdo, a “ese conflicto no resuelto”[3] y aún, tristemente, beligerante. En España la mayoría de las víctimas de la Guerra Civil y la represión posterior del franquismo esperan, todavía, tras más de cuarenta años de la muerte del dictador, salir del olvido, que se investigue, que los huesos recuperen su carne, rostro y nombre, las señales del individuo cuando vivió, se les restituya para el recuerdo. El desinterés, el trauma, como si una fuerza gravitatoria de masa social franquista nos impidiera escapar de la amnesia, consiguió que hasta el año 2000 no surgiera la primera organización que buscaba desarticular la hegemonía de la memoria del nacionalcatolicismo, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, a la que se uniría en 2002 el Foro de la Memoria. Estas asociaciones impulsaran las primeras exhumaciones de las fosas comunes, pero se tendrá que esperar hasta el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quien aprueba la “Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura” para que se produzca un reconocimiento institucional.

Aunque transcurrida una década desde su aprobación muy poco se ha avanzado y “a pesar de la Ley de Memoria Histórica poco ha cambiado en el país: hay menos monumentos a los golpistas, pero las cunetas siguen llenas de republicanos y sin colaborar con las autoridades judiciales de Argentina. Las víctimas, y sus familiares, de aquella Guerra siguen, a día de hoy, sin Justicia y sin reparación”[4]. No existen registros oficiales pero se especula con más de 2.382 fosas que contendrían cerca de 45.000 restos personales. Y a pesar de que “resulta insólito hoy en día encontrar a alguien que manifieste estar resueltamente en contra de la memoria, reconozca ser un fervoroso partidario del olvido”[5].

La brutalidad de esta represión, sus estructuras violentas, los simbolismos fascistas, quedan revelados en la fosa común que “representa un arma muy poderosa a la hora de gestionar la violencia, pues el ocultamiento del crimen castiga directamente a las familias de los desaparecidos. Los convierte en sujetos marcados por el dolor y la angustia de no recuperar a sus seres queridos, situándoles en una posición de impotencia. Las tumbas tienen la finalidad no sólo de anular física y políticamente al adversario, sino también de desestructurar a las familias, extender la sospecha, marcar la memoria y el recuerdo con un duelo imposible, pues es un tipo de inhumación”[6]. Merece la pena esta larga cita para experimentar el dolor, la humillación, el poder incontrolado, descontrolado, que se extiende como el mal cabalgando a lomos de la hegemonía de la muerte y la desolación, con los vencedores escribiendo la historia, considerando a estas víctimas de segunda clase, no equiparables a los asesinados por el terrorismo. Tal vez por ello se permite el Gobierno del PP   anular desde 2011 el presupuesto para la Memoria Histórica, obligando a que las exhumaciones sean privadas, costeadas por las asociaciones de la memoria o los familiares.

El arte español durante el franquismo mostró de manera muy tímida entornos alternativos y disruptores a la visión oficial, y durante la Transición y bien entrados los años ochenta, salvo escasas excepciones, vivía enredado en el neobarroquismo pictórico y en la “genialidad” de algunos nombres protegidos por el nuevo régimen. Carmen Giménez, responsable ministerial para las Artes del Gobierno de Felipe González se atrevía a afirmar: “Hoy, donde afortunadamente el arte político ya no está de moda, es urgente repensar una política del arte”[7]. Y “tras la muerte del dictador la relación entre el pasado y el presente se iba a reconfigurar con rapidez en una economía de lo visible y de lo legible en la que, bajo la apariencia de libertad, se condenaba a los márgenes de la representación a un amplio sector del discurso antagonista”[8]. Sin duda, el relato sobre el que se asienta el nuevo estado democrático “se basaba en gran medida en la premisa del olvido”[9].

Exposiciones como Antes y después del entusiasmo 1972-1992 (1989) comisariada por José Luis Brea que tuvo lugar en la Feria Internacional de Arte de Holanda (Kunst-Rai); El sueño imperativo (1991) comisariada por Mar Villaespesa en el Circulo de Bellas Artes de Madrid y que contó, entre otros artistas, con Pedro G. Romero, Fracesc Abad, Juan Luis Moraza y Rogelio López Cuenca; o Ejercicios de Memoria (2011) comisariada por Juan Vicente Aliaga en el Centre de Arte La Panera, un proyecto que buscaba recoger algunas de las manifestaciones que implican revisar la historia desde la Guerra Civil y el franquismo. Esta muestras abrían un espectro de imágenes con relatos cruciales para cuestionar la narrativa amnésica de la época.

Proyectos que conocíamos y compartíamos, preguntas y respuestas que nos hacíamos mutuamente, incluso que nos abrumaban en ese diálogo abierto entre artista y comisario referente al arte, la  historia y la política. Procurábamos tener como referentes las propuestas de Francesc Torres, Francesc Abad, Ana Navarrete, Ángel de la Rubia, Montserrat Soto, Jorge Barbi, la Plataforma de Artistas Antifascistas, algunos de los nombres que, a partir del año 2000, realizaron diversos programas y acciones en la reconstrucción de la memoria, la recuperación de lugares de la ignominia y el sufrimiento, acciones contra la maleza del olvido. Hay que tener en cuenta que la primera fosa que se abrió fue en el año 2000, la conocida como Los Trece de Priaranza en El Bierzo, y pasaron “tantos años y en el corazón tan pocos”[10] le dijo Belia, la hija de Enrique González a Emilio Silva, nieto de Emilio Silva Faba, también represaliado.

Esa oscura habitación donde dormimos (2004) de Francesc Torres documentaba la exhumación de una fosa común en Villamayor de los Montes en Burgos o El camp de la bota[11] (2004) de Francesc Abad, que decidió recuperar, con participación colectiva, la historia de los fusilamientos y de los nombres y apellidos silenciados durante décadas, en un lugar situado entre Barcelona y Sant Adrià de Besòs, una zona donde, de 1939 a 1952, el régimen franquista fusiló a unas 1.700 personas. La fosa de Valdediós (2009) fue la instalación que presento Ángel de la Rubia en la muestra colectiva El pasado en el presenta y lo propio en lo ajeno comisariada por Juan Antonio Álvarez Reyes en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, un trabajo fotográfico del artista, con abundante material documental sobre el proceso de excavación y  recuperación de restos humanos. Montserrat Soto[12] buscaba a su abuelo por tierras burgalesas y realizó diversos vídeos bajo el título de Memoria Oral: Secretos que recoge diferentes testimonios para hallar alivio con los testigos pero, también, porque “el recuerdo de alguien sirve para que todos recordemos”. Jorge Barbi realiza con  El final, aquí (CGAC,2006-2008) un proyecto de edición que recopilaba fotografías realizadas en torno a sus investigaciones sobre la memoria histórica. La Plataforma de Artistas Antifascistas se encuentra formada por un grupo de artistas anónimos implicados en la recuperación de la memoria y cuyo trabajo más sobresaliente puede considerarse Monte de Estépar[13] (2014) llevada a cabo en colaboración con Espacio Tangente con el objetivo de recaudar fondos para financiar la exhumación de las víctimas de la represión franquista en el Monte de Estépar en Burgos.

La exhumación del 20 y 21 de Mayo de 2017 de la fosa común de Las Candasas en el cementerio de Bañugues (Gozón) fue la primera que se llevó a cabo en el Principado de Asturias en casi una década, a pesar de que en el territorio asturiano quedan cientos de cuerpos a quienes devolverles la dignidad. Resulta curioso que aunque los pactos entre PSOE e IU han facilitado, en el Principado, la gobernabilidad de la izquierda desde el inicio de la democracia, las fosas, la memoria, a la vista de la desafección demostrada, nunca se consideraron un tema prioritario. Los hechos se remontan a la jornada del 2 de junio de 1938 en el Cabo Peñas, fecha en la que tuvo lugar el asesinato de, al menos, cinco hombres y cuatro mujeres, arrojando sus cuerpos al acantilado. Los cuerpos que fueron devueltos por el mar a playas y pedreros son recogidos por varios vecinos de la zona, según cuentan varios testigos, que les dan sepultura. Las mujeres que aparecen en el mes de junio, las encontradas en la playa de Bañugues y la de Las Botadas, fueron enterradas en el cementerio parroquial de Bañugues, mientras que la localizada en la playa de Moniello (Gozón) recibió sepultura en un campo próximo. Las dos encontradas en el mes de julio, un mes después de los crímenes, fueron trasladadas al cementerio de Viodo, donde les dieron sepultura.

Carlos Suárez asistió junto con testigos y familiares a la exhumación de la fosa de Bañugues, bajo la coordinación del profesor Franciso Etxebarria y la sociedad ArANZADI. Y allí recopiló numeroso material sonoro y gráfico que junto con la documentación aportada por ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) fue el inicio de un proceso en el que el pasado volvía a modelar el presente. Esa Cita con la historia, título de la presente muestra, continua el camino emprendido con la exposición El vacío de la huella Belga (Museo de Bellas Artes de Asturias,2016) en torno al archivo de la Real Compañía Asturiana de Minas, y en cierta manera, también, dedicada “a la memoria de los sin nombre”[14].

La concesión del I Premio Barjola ha hecho posible que en la Capilla de la Trinidad del Museo, desacralizada pero no exenta de simbolismos invisibles y canónicos, se aúnen los espectros de los vencedores y los silencios de los vencidos. La capa de tierra que cubre el suelo de la Capilla, con el terreno reticulado simulando los procesos ordenados de excavación e investigación científica, mantiene, con gran fuerza, la capacidad evocadora, convocando los recuerdos, estableciendo vínculos entre nuestro presente dinámico y un pasado traumático varado en los crímenes. Las capillas e iglesias que durante siglos albergaron las tumbas de reyes y nobles, devienen en este lugar en fosa común, homenaje a los que perdieron sus nombres, a los derrotados por la historia. Envuelta en esta tierra se encuentra la memoria de Rita Fernández Suárez, conocida por el apodo de “La Camuña”, Rosaura Muñiz González natural de Candás, Ángel López Artime, también conocido como “Ángel de Áurea” o “Ángel de Emeterio”, Pío Solís González, nacido en Pravia, Daría González Pelayo, hija de Félix González Posada y Rufina Pelayo Mantecón, y María Fernández Menéndez, apodada “la Papona” nacida en Candás. En este espacio, en este recogimiento está todos los torturados y asesinados por las fuerzas franquistas vencedoras.

La instalación se complementa con imágenes de las excavaciones en la fosa común de Bañugues, situadas en el muro de acceso a la Capilla y un archivo sonoro en el que trabajó Juanjo Palacios a partir de grabaciones realizadas en el momento de la exhumación en la fosa. Esta pieza es una parte fundamental de la propuesta, con sonidos procedentes de la excavación, de las palas removiendo la tierra que se superponen a las voces de quienes trabajan en la extracción, a los comentarios de los testigos, al sigilo de los familiares. Este ambiente sonoro, la introducción de estos sonidos, renueva el deseo de cancelar las ausencias, allí donde fueron más silenciadas, ignoradas, objeto de escarnio. Y en este territorio de memoria, el sonido penetra en la porosidad de la tierra, reforzando los ecos y los espectros, los ruidos, los recuerdos que quieren crear al otro, envolviendo la capilla en un duelo que no conseguirá hacer (re)aparecer a los represaliados pero, que sin dejar de hurgar en las heridas abiertas, configura un tiempo de respuesta a cualquier barbarie.

[1] Andreas Huyssen, En busca del futuro perdido, Fondo de Cultura Económica Buenos Aires, 2007, p.13

[2]  Andreas Huyssen, En busca del futuro…,  op. Cit., p.17

[3] Pedro G. Romero, De efectos especiales, Exit Express, 2008, nº35, p.28

 

[4] Alajandro Torrés, La Vergüenza de un país, http://www.publico.es/politica/ochenta-anos-impunidad-y-olvido.html. (Consulta:30 de Octubre 2017)

[5] Manuel Cruz, Lugares comunes, malentendidos y otras falacias de la memoria, Exit Express, 2008, nº35, p.18

[6] Pablo Martínez del Corral, Memoria y olvido en la Quinta Pedregal. Un estudio sobre la represión franquista y la memoria en la comarca de Avilés, p. 44, Avilés 2015, PDF online: http://latrokola.org/spip.php?article6 (Consulta: 30 de Octubre de 2017)

[7] Jorge Luis Marzo, EL ¿TRIUNFO? DE LA ¿NUEVA? PINTURA ESPAÑOLA DE LOS 80, http://www.soymenos.net/politica_psoe.pdf (Consulta: 30 de Octubre de 2017) Publicado originalmente en Toma de partido. Desplazamientos, Libros de la QUAM, nº6, Barcelona, 1995, pp. 126-161

[8] Desacuerdos 3. Sobre arte, políticas y esfera publica en el Estado Español. “La irrupción de la política” p.139

[9] Jorge Luis Marzo y Patricia Mayayo, Arte en España (1939-2015), p. 785

[10]  http://memoriahistorica.org.es/los-trece-de-priaranza/ (Consulta: 31 de Octubre de 2017)

[11] Merece la pena consultar sobre este tema El punzante pasado : sobre arte, historia y memoria en el estado español de Juan Vicente Aliaga en http://revistas.uned.es/index.php/ETFV/article/view/10261/9799 )Consulta: 31 de Octubre de 2017)

 

 

[12] http://www.montserratsoto.com/index.php?option=com_phocagallery&view=category&id=21&Itemid=68 /Consulta: 31 de Octubre de 2017)

[13] https://artistasantifascistas.wordpress.com (Consulta: 31 de Octubre de 2017)

 

[14] “A la memoria de los sin nombre esta dedicada la construcción histórica”. Walter Benjamin Paralipómenos y variantes de las “Tesis sobre el concepto de la historia, en Escritos franceses, Buenos Aires, Amorrortu, 2012, p 405