Mares de otro mundo
Estructuras horizontales que enlazan directamente con la noción romántica del paisaje. No hay duda de que estas nuevas piezas son deudoras del “Monje junto al mar” obra de Caspar David Friedrich pintada en 1810, una de las obras más características, si no la más, del Romanticismo alemán. El monje se sitúa en la línea del horizonte, frente a un mar casi inabarcable, impreciso de tan agitado y tan brusco con un cielo inmenso, desbordante. Friedrich ha situado a su protagonista en el centro del conflicto, en el epicentro de la naturaleza infinita y subraya así su condición minúscula frente a la grandeza de ésta. Los trabajos que presenta en esta exposición están centrados, en su mayoría, en esta vertiente de carácter pictórico y vienen reunidos bajo el título “Mares de otro mundo”. Suárez es lector asiduo del escritor leonés Julio Llamazares cuya aportación al film “Flores de otro mundo”, no pasó inadvertida para el asturiano. La película, dirigida por Iciar Bollaín, relata la singular historia de un grupo de mujeres (procedentes de la República Dominicana, Cuba…e incluso Bilbao) que llegan a Santa Eulalia, localidad cercana a Guadalajara, en una caravana organizada por los hombres del pueblo para paliar el escaso número de mujeres que allí viven. Su llegada supone una pequeña revolución para sus habitantes. Son notorias las expectativas en ambas partes como muestra esa primera escena del autobús llegando al pueblo, avanzando entre el júbilo de los chavales. El tono del film está, creo, impregnado de ternura pero hay una interesante sucesión de ideas que resultan de lo más relevante: la difícil adaptación de las mujeres inmigrantes y la soledad de los hombres de campo. Como avanzábamos anteriormente, los pequeños personajes de Carlos Suárez parecen inmersos en una reflexión continua. Existe una permanente incertidumbre que se acentúa por el contexto en el que se mueven, la extensión enorme del lienzo que se entiende, y así lo presenta el artista, como la inmensidad del mar. Muchas imágenes de “Flores de otro mundo” aluden a esa inquietante sensación de soledad. Milady, la mujer cubana, en la cabina telefónica, Milady que suspira por una libertad que en modo alguno va a encontrar en ese pueblo, un pueblo que no es más que una cárcel. Ese estar en medio de la nada, sola, desesperadamente sola. Javier Hontoria (Extracto del texto del catálogo de la exposición “Mares de otro mundo”. Galería Almirante, Madrid. 2004). Fotos J. Ferrero |