Escenas de cine mudo
El paisaje ha sido suplantado por un tránsito de imágenes. Las estaciones, los aeropuertos, las mismas pantallas, sean de imágenes catódicas o de bits, son incapaces de acoger al hombre salvo esos instantes en que nos convertimos en viajeros. Carecen de memoria y propagan el alzheimer entre sus usuarios como remedio a su hortera idiosincrasia. Pues bien Carlos Suárez harto de una estética de tarde de domingo ha emprendido su particular viaje en busca del paisaje que, a él como a todos, nos han robado. Y esta es simplemente la historia de esa búsqueda y de ese recorrido. Las planchas de cera se disuelven con el calor y su débil estructura se quiebra fácilmente. Todo el trabajo se sustenta sobre lo perecedero y remite a ese paisaje cambiante e inhóspito que nos mueven continuamente bajo los pies. Lo perpetuo es un adjetivo desterrado de nuestro actual vocabulario, aunque nunca se vivió con tanto afán entomólogo y coleccionista, nunca se percibió una cultura tan fetichista, con tanto deseo de eternidad. Sin embargo los materiales empleados por Carlos Suárez expelen el olor de las “vanitas”, lo breve y fugaz de nuestra condición. Jaime Luis Martín Extracto del texto del catálogo de la exposición “Escenas de cine mudo” Cajastur; 2002. Fotos J. Ferrero |