Tierras de Koningsbos

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El paisaje que le interesa a Carlos Suárez es precisamente aquel  que se extingue, el paisaje agrícola, que pasa desapercibido a la mirada y subsiste en los países europeos gracias a las subvenciones y aranceles, con una producción férreamente controlada preocupada, tan sólo, de que no se produzcan excedentes que saturen al mercado y provoquen una caída de precios. Un paisaje prácticamente abandonando como consecuencia de la industrialización de la agricultura, del éxodo de  los campesinos a la ciudad y la globalización que hace innecesaria “la cercanía de un entorno agrícola”[1]a las ciudades. Pero la visión que el artista nos ofrece de estos maizales anclados en la geografía está próxima a las ruinas, pero unas ruinas alejadas de cualquier romanticismo, de cualquier imagen transformadora, y más cercanas a la tragedia, a la destrucción, con las humildes mazorcas cimbradas, amarillentas, sosteniendo  en el aire una cultura ancestral. No es, desde luego, el paisaje ideal construido por la burguesía para solazar la vista, el jardín con verdes campos, estanques y arroyos; dista mucho de cualquier atractivo estético de tan irregular y enfangado como se presenta a consecuencia de las tareas de laboreo;  y su vecindad con los bosques le hace participe de leyendas y mitos populares, una memoria muy poco noble frente a otros territorios distinguidos con ilustres batallas o convertidos en fuente de inspiración de pintores y poetas. Y sin embargo, Carlos Suárez se siente atraído por estos arrabales agrarios que al igual que los suburbios evocados por Smithson en su recorrido por Passaic “existen sin un pasado racional y sin los “grandes acontecimientos” de la historia”[2], lugares en los que nadie repara porque tienen un presente incierto y han perdido el futuro.

Jaime Luis Martín

(Extracto del catálogo publicado con motivo de la exposición “Tierras de Koningsbos. Luarca, Oviedo y Madrid.2008.)



[1] “En tiempos no tan lejanos, el paisaje agrícola rodeaba las ciudades y era su fundamento histórico y económico, ya que garantizaba el alimento de sus habitantes. Pero ya no parece ser necesario. La subsistencia urbana  en el tiempo de la globalidad no depende de la cercanía a un entorno agrícola”,Horacio Fernández, Ob. cit., 2006, p. 92

[2] Robert Smithson,p.20 Un recorrido por los monumentos de Passaic, Nueva Jersey, Editorial Gustavo Pili, Barcelona,2006