Personajes anónimos deambulan y transitan sin rumbo, sin sentido, totalmente abstraídos por territorios enigmáticos cercanos a los paisajes de la evasión romántica. Unos personajes que rara vez se relacionan entre si y cuando lo hacen es para preguntarse por su destino, del que nadie sabe ni quiere saber.
Escenarios extraños, ajenos a toda actividad, pero que mantienen recuerdos, señales, rastros, indicios y marcas de otro tipo de actividad -humana quizá- para delimitar el territorio, para transformarlo, para poseerlo y acabar devorándolo. Y eso genera la descontextualización, el desconcierto, ir y venir deambulando hacia un lugar en no se sabe donde.