Paisajes y vistas de la ciudad abortada

En ‘Timeless City’ el avilesino Carlos Suárez prosigue, en la Factoría Cultural de Avilés, con su incansable labor de denuncia del antiurbanismo como patología derivada de la especulación capitalista.

Desde hace años, el avilesino Carlos Suárez (1969) anda enfrascado en un fecundo y multiforme empeño por interpretar desde posiciones fuertemente críticas el paisaje construido por la mano humana. Coherente, obstinada y cada vez más rica, su obra se apoya en la fotografía, la obra gráfica, la instalación y la documentación escrita para levantar un mapa de la enajenación cada vez mayor de los seres humanos respecto al territorio que habitamos. O que pretendemos, simulamos, pretextamos y finalmente no conseguimos habitar. Timeless city («Ciudad sin tiempo»), la intervención que Suárez acaba de inaugurar en el espacio central de la Factoría Cultural de Avilés insiste en ese trabajo de demolición de un determinado concepto de (no-)urbanismo que ha proliferado bajo la avidez especulativa, malformando o condenando a la necrosis un territorio que ya no es natural, pero que tampoco ha logrado convertirse en país o en polis, en un lugar habitado por una colectividad humana, en armonía orgánica interna y exterrna, consigo mismo y con el medio en el que se inserta.

Carlos Suárez documenta desde las claves estéticas del género del paisaje algunos de esos lugares malogrados combinando la imagen fotográfica y la gráfica en dípticos compuestos por un paisaje fotografiado y un texto. A veces, este se concentra en el fogonazo de una sola palabra (un rotundo No bajo un vial en construcción que divide un bosque) o en la ironía de un eslogan que subvierte el discurso publicitario de las inmobiliarias (wonderful place junto a un paisaje anegado); otras, se extiende hasta el fragmento literario, tomando citas de los manifiestos fundamentales del urbanismo situacionista, como el ‘Programa elemental de la oficina de urbanismo unitario’ de Attila Kotanyi y Raoul Vaneigem (1961) o el ‘Formulario para un nuevo urbanismo’ de Giles Ivain (1958). A partir de esos elementos, más que como la exposición de una serie de piezas, Suárez ha concebido Timeless City como una pieza unitaria, una intervención adaptada al espacio de la Factoría.

De la no memoria al no tiempo

En cierto modo, este trabajo viene a ser la visión complementaria de su muestra de 2013 No memory. Cities in the world («Sin memoria. Ciudades en el mundo»). En aquella ocasión, Suárez mostraba la coexistencia de la ruina con nuestros paisajes urbanos; una ruina inadvertida para casi todos sus habitantes pero siempre presente como un vector hacia el pasado (la memoria del lugar) y un vector hacia el futuro (la amenaza y el memento de la destrucción o del arrasamiento del lugar como advertencia). Pero en todo caso, esos cascotes, escombros y estructuras semiderruidas e inutilizadas eran los signos de un lugar habitado, vivido, experimentado hasta su consunción; al exhibirlos, Carlos Suárez nos enfrentaba precisamente a nuestra des-memoria.

En este caso lo que nos muestra es algo que va más allá de esa situación. O que queda, mejor dicho, más acá, en un ámbito casi metafísicamente previo a cualquier posibilidad de que un lugar sea habitado, vivido y experimentado. Los que ahora ocupan la Factoría Cultural son paisajes que, como dirían Kotanyi y Vaneigem, con el pretexto del «cobijo» han sido enajenados de su pasado natural, pero que ni siquiera han llegado a convertirse en un mal futuro; el futuro sin espesor de no-lugares urbanos, colonias de adosados, centros comerciales o polígonos industriales sin posible memoria previstos por las inmobiliarias o los políticos.

Ni eso: en estas imágenes, el espacio «sin memoria» es sustituido por un espacio «sin tiempo»; es decir, sin una de las condiciones de posibilidad de toda experiencia, quedando reducido a eso que Robert Smithson –uno de los apóstoles máximos de las derivas urbanas y suburbanas que tanto fascinan a Carlos Suárez, junto con Walter Benjamin y los subversivos paseantes del situacionismo– describió como «una tierra que ha olvidado el tiempo».

Timeless City es una invitación al espectador para que pasee por ese suburbio no ya del espacio sino del tiempo; pero sobre todo para que deje de ser espectador, testigo pasivo de un espectáculo cargado de ideología. La intención de Carlos Suárez es evidentemente política. Como dirían Benjamin y los situacionistas, pretende provocar un despertar. Como todos sus proyectos anteriores en torno a este mismo asunto, pretende incitar a que los habitantes de las ciudades sean capaces de emprender por sí mismos la labor de demolición (ideológica) del paisaje cotidiano, de distanciamiento, reconocimiento y vaciamiento previo a la acción que preconiza una de las citas de Kontanty y Vaneigem elegidas por Suárez: «Eso que nosotros llamamos construcción empieza en este momento».

Publicado en asturias24 el 23 de Abril de 2015. [http://mas.asturias24.es/secciones/exposiciones/noticias/paisajes-y-vistas-de-la-ciudad-abortada/1429687015]