No Memory

A veces la memoria de la ciudad y de la actividad pasada permanece y se resiste al olvido como un elemento documental imborrable preferentemente en los arrabales, en los lugares extraños, o de mero tránsito. Y mientras esos vestigios de  memoria resisten noblemente al paso del tiempo, nos afanamos en su destrucción con una fuerza y violencia inusitada cargada de frivolidad.

“El culto románico de las ruinas no es solamente la expresión de la desesperanza o el reconocimiento de la caducidad humana, sino también de la materialización de una protesta contra una época -la propia- a la que se le considera desprovista de los ideales heróicos” 1.

Este furor de amnesia colectiva animado desde las grandes metrópolis en su deseo mercantilista y globalizador arrastran cualquier indicio de memoria y con ella la identidad de los pequeños lugares. Es como si la presencia de los vestigios del pasado actuasen de fantasmas del presente, remordiendo las conciencias del futuro. Desconciertos ideológicos, sociales y urbanos se han ido construyendo en base a ese olvido colectivo. Un proceso que ha ido sucediendo de manera lenta, no traumática, ausente de conflictos y hasta con un cierto punto dulce. “No  Memory” es una mirada desde la realidad más próxima y cercana pero es a la vez común a ciudades y lugares dispares. Enlaza con otras líneas de investigación paralelas tales como “ El sueño de una nación” o  “Koningsbos” entre otras, entendiendo la obra artística como un proceso de construcción  permanente, de investigación,  donde la exposición ocupa solo un lugar puntual dentro de ese proceso.

En “No memory” el apuntalamiento de parte del espacio expositivo se plantea como un ejercicio de resistencia necesario en el acompañamiento a la obra documental. A las 9 de la mañana del día 8 de Enero se procedía a apuntalar el local del espacio expositivo del CMAE situado en un bajo en la calle Llano Ponte de la ciudad de Avilés. Dos horas más tarde y ante el avance de la instalación varios vecinos del primer piso de viviendas situado inmediatamente encima del espacio bajaron a preguntar si había peligro de derrumbe. Es como si la vida privada se hubiese sentido amenazada, la estabilidad cercana, la vivienda, la casa o el lugar se hubiese tambaleado. Quizá los fantasmas del pasado o el desconcierto y la inseguridad del presente hicieron tambalear lo más íntimo y cercano. Y aquí me viene a la memoria “El Temblor” poema el escritor Juan Carlos Gea en referencia al terremoto que asoló Lisboa en 1755:

“Lisboa es lo que resta

después de que su suelo

se haya quebrantado con temblor nunca sentido,

y las llamas de decenas

de incendios reducido

las ruinas y los cuerpos a cal viva,

y el océano baldeado por tres veces la ceniza

y los muertos y el escombro

apagando los incendios y la cal.”

1. Argullol, R. La atracción del abismo.

  Destino, Barcelona, 2000, p.3